
Más de 200 jóvenes visitan cada año el centro ubicado en Garrido, donde se ofrece formación, atención individualizada y ocio y tiempo libre.
Más precariedad, bajo estado de ánimo general, explotación laboral, dificultad en la formación y cualificación, así como en la emancipación. Estos son algunos de los problemas que afectan a la población joven tras la pandemia y que Cruz Roja detectó en su investigación ‘Los jóvenes y el reto de la digitalización en la COVID-19: habilidades para la vida, empleo y educación’, informe cuyas conclusiones se presentaron hoy por el coordinador nacional de Cruz Roja, Antoni Bruel.
Los resultados de esta investigación sobre los factores de riesgo a los que se enfrentan los jóvenes coinciden con lo que se puede comprobar en el Centro de la Juventud de Cruz Roja en Salamanca, que intensificó las intervenciones y el apoyo integral a más de 200 jóvenes, de entre 16 y 29 años, atendidos cada año. .
Tras más de 30 años de experiencia, el Centro Joven -situado en la calle Rector Madruga, en Garrido- se ha convertido en un espacio de referencia para los jóvenes de la ciudad de Salamanca que carecen de titulación de ESO o formación profesional o que tienen vínculos sociales, familiares , dificultades económicas o emocionales. Gracias al apoyo individualizado, los jóvenes refuerzan sus competencias profesionales y sus posibilidades laborales gracias a cursos de formación profesional (cocina, almacén, placas solares, mantenimiento de edificios…), prácticas, apoyo educativo para conseguir la titulación de la O ESO y orientación laboral , además de talleres para desarrollar tus habilidades sociales y tecnológicas.
Apoyo integral que Cruz Roja completa con la atención de los problemas familiares, sociales y psicológicos en cada caso y la gestión y tramitación de ayudas, en caso de ser necesario, junto con talleres educativos para prevenir conductas violentas y hábitos nocivos, mejorar el bienestar emocional y afectivo – educación sexual. Finalmente, los jóvenes que llegan al Centro de la Juventud también se benefician de actividades de ocio y tiempo libre según sus demandas y aprovechando los recursos que ofrece la ciudad.
Tal y como reconoce el Centro de la Juventud de Cruz Roja en Salamanca, la pandemia ha puesto aún más en evidencia, si cabe, la necesidad de la prevención e intervención en salud mental. Por ello, gran parte de la intervención psicológica en el último año se ha centrado en gestionar y afrontar la ansiedad y mejorar el estado de ánimo y la convivencia en el entorno familiar.
El pasado año 2021, el Centro de la Juventud de Cruz Roja en Salamanca, único en España dentro de la organización humanitaria, atendió a 205 usuarios diferentes, un 68% hombres y un 32% mujeres, con un incremento de las intervenciones realizadas, alcanzando las 6.945, que es un 34,8% más que los 5.150 de 2018 antes de la pandemia. En el ámbito laboral, se realizaron veinte acciones de formación y se logró aumentar la inserción laboral de los jóvenes con relación al 2020, del 16% al 20%.
En materia de formación, el Centro de la Juventud mantiene este mes de septiembre abiertas las inscripciones para los cursos de servicio de almacén, restaurante, bar y cafetería y mantenimiento básico de edificios, dirigidos a jóvenes de entre 16 y 29 años inscritos en la Garantía Nacional de la Juventud Sistema.
El Centro Juvenil de Cruz Roja en Salamanca está financiado por el Fondo Social Europeo y el Ministerio de Trabajo, la Junta de Castilla y León (a través de los Servicios Sociales y Juveniles), el Ayuntamiento de Salamanca y Unespa.

‘Los jóvenes y el reto de la digitalización en el COVID-19’
En el informe de Cruz Roja ‘Los jóvenes y el reto de la digitalización en la COVID-19: habilidades para la vida, empleo y educación’, la organización detectó un aumento de la población joven atendida, entre 16 y 30 años, que casi se duplicó en el escenario de pandemia en comparación con el período anterior; Además, sus familias tienen dificultades para mantenerlos, y algunos de ellos sufren las consecuencias de una emancipación difícil o forzada, que se produce en condiciones de vulnerabilidad, con baja calificación, precariedad extrema en el empleo o trabajo sumergido y bajo nivel de de digitales habilidades para el empleo, entre otras circunstancias. Algunos de estos jóvenes han vivido o se encuentran en situación de exclusión social, habiendo vivido situaciones de calle o dificultades de supervivencia.
Todas estas dificultades se convierten en limitaciones para que las familias apoyen a sus hijos e hijas en sus estudios. Esta situación está ligada al abandono de la formación y la necesidad de una salida rápida al mercado laboral.
El estudio realizado por Cruz Roja muestra que el 52% de estos jóvenes están desempleados, además, el 37% de las mujeres (frente al 10% de los hombres) afirman trabajar en trabajo doméstico no remunerado y el 7% en empleos en la economía sumergida.
Uno de cada cuatro tiene un contrato temporal a tiempo parcial, especialmente si su edad está entre los 16 y los 21 años, y el 12% solo trabaja de forma esporádica, mientras que solo el 8% de los participantes en estudios lo hace de forma indefinida.
La explotación laboral suele ser más frecuente en jóvenes de entre 16 y 21 años
La falta de experiencia laboral es importante: el porcentaje de jóvenes menores de 19 años sin experiencia laboral es del 61%, frente al 30% de los jóvenes de 19 a 24 años y el 11% de los mayores de 24 años.
El 27% de los jóvenes encuestados ha perdido su trabajo durante la pandemia.
En términos de género, se identifican tres dimensiones con un claro impacto en las mujeres jóvenes: cuidados, empleo y violencia de género. Adicionalmente, una menor tasa de empleo, una mayor tasa de contratos temporales y una mayor tasa de desempleo harían aún más precaria la situación de las mujeres, agravada aún más por razones de nacionalidad o nivel educativo.
La discriminación por razón de sexo, edad, origen o situación económica también afecta a estos jóvenes, de los cuales una parte importante se ve afectada por la brecha digital, ya sea por falta de competencias, falta de recursos económicos o falta de conectividad. Solo la mitad de los encuestados (52%) utiliza las TIC para buscar trabajo y solo el 30% las utiliza como herramienta de trabajo.
Finalmente, Cruz Roja detectó un estado general de desánimo en jóvenes con dificultades sociales y laborales, ligado a un problema estructural. La población joven es el grupo en el que el encierro tuvo un mayor impacto psicológico; También hay que tener en cuenta que fueron, en parte, el chivo expiatorio del malestar social generado por la pandemia y que las imágenes en los medios y en las redes contribuyeron a completar un estereotipo muy negativo sobre la juventud.
El 25% de los encuestados admite estar estresado por alguna situación adversa, el 11% dice expresar enojo frecuentemente, el 14% se siente triste y el 41% dice tener miedo al futuro.
Perfil de la muestra encuestada: Género: El 54,4% de los encuestados son mujeres, el 43,9% son hombres y el resto se declara neutral o de otro género. Edad: la edad media de las mujeres es de 24,7 años y la de los hombres de 23,6. Origen: el 50,2% son extranjeros y el 49,8% son españoles. Estado civil: el 79,8% es soltero, el 14,2% vive en pareja, el 10,3% está casado y el resto tiene otras situaciones. Formación: En cuanto al nivel de estudios, la muestra estudiada presenta los siguientes datos: el 28% de los jóvenes encuestados tiene educación secundaria, el 19% educación secundaria, el 17% educación básica, el 22% tiene alguna formación profesional y solo el 10% tiene estudios universitarios. .
Las diferencias en cuanto al sexo se observan en los estudios primarios, donde el porcentaje de hombres representa el 53%, y también en los estudios universitarios, donde las mujeres representan el 72%. El abandono escolar prematuro se produce principalmente en jóvenes menores de 16 años, debido a la falta de recursos de sus familias y su relación directa con el bajo rendimiento escolar. El 26% de los jóvenes abandona sin terminar la ESO y el 27% después de terminarla. Otro 23% abandonó la universidad.
Convivencia: el 20,8% vive solo y el 42,4% vive con su familia (padres, madres, hermanos…). El 22% tiene hijos a cargo. Pobreza y riesgo de exclusión social. La tasa AROPE alcanza el 76,3% (en la población española la tasa es del 26,4%), la pobreza relativa alcanza el 82,3% y la pobreza extrema el 61,9%. La tasa de privación material severa es del 48,8% y el indicador de baja o nula intensidad de empleo en el hogar (BITH) es del 31,7%. El 38% de las familias sufre pobreza energética y el 24% no puede consumir alimentos proteicos tres veces por semana.