Una de las funciones del sistema inmunológico es identificar las células cancerosas en el cuerpo y eliminarlas. Si todas las células cancerosas desaparecen, el cáncer se irá con ellas. Sin embargo, en ocasiones las células cancerosas desarrollan mecanismos para que el sistema inmunitario no las localice y por tanto no sean eliminadas del organismo por la respuesta inmunitaria. Un área muy prometedora en la investigación del cáncer, incluidos los tumores hematológicos, es la inmunoterapia, donde se investiga cómo evitar que las células tumorales se escondan de nuestro sistema inmunitario.
Conociendo estos mecanismos de respuesta, se pueden desarrollar nuevos fármacos que mejoren la función de identificar y eliminar las células cancerosas. Para lograr este objetivo de identificación y eliminación, cuando las células cancerosas pasan desapercibidas en el organismo, se debe manipular el sistema inmunitario para que recupere esta función. Este es el marco en el que trabaja el equipo de Manuel Fuentes, basado en la nanomedicina.
La nanomedicina es una especialidad de la biomedicina que puede aportar soluciones más eficientes y el diseño de nuevos fármacos. La nanomedicina funciona mediante la combinación de nanopartículas que permiten manipular la respuesta inmunitaria, actuando específicamente sobre las células cancerosas y no sobre las sanas. En definitiva, permite desarrollar una medicina personalizada y de precisión, actuando únicamente sobre las células que se deben eliminar, evitando muchos de los efectos secundarios de la quimioterapia. Otra ventaja de las nanopartículas es que detectan células cancerosas y transportan el fármaco al tumor; facilitando aún más la entrada en la célula tumoral para mejorar su eficacia y reducir la toxicidad en la zona de daño tisular.
De esta forma, el grupo de investigación de Manuel Fuentes evaluó unas nanopartículas que presentan tanto un fármaco antitumoral (derivado del cisplatino) como una molécula que permite la monitorización y trazabilidad de la nanopartícula en sistemas biológicos. Se demostró que la eficacia del fármaco evaluado permite identificar y atacar, de forma específica y selectiva, únicamente a la célula tumoral.
En la investigación de las nanopartículas se debe analizar su interacción con su medio biológico, pues dependiendo de esta relación de la nanopartícula con las biomoléculas que la rodean, determinará la eficiencia del fármaco, ya que influye en la absorción, distribución y mecanismos de entrada en la célula, así como en interacción con el sistema inmunológico. Esta relación puede cambiar entre especies, por lo tanto, puede determinar la evolución de los ensayos preclínicos y clínicos. En definitiva, se trata de entender qué ocurre desde que se administra la nanopartícula hasta que actúa sobre la zona tumoral. La caracterización y evaluación de sus aplicaciones abre la puerta al diseño de nuevos fármacos antitumorales con aplicación en inmunoterapia.
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